Lot recibió en su casa a dos ángeles que llegaron a Sodoma. Los hombres de la ciudad los buscaron para hacerles daño, y Lot los defendió. Los ángeles lo llevaron lejos junto a su familia, porque destruirían con fuego el lugar por órdenes de Dios debido a la maldad de sus habitantes. En la huida la esposa de Lot miró hacia atrás, provocando su conversión en estatua de sal. Las nociones trágicas que ocurrían en estas dos ciudades que representaban el pecado en aquella época, aluden a la condición humana ambivalente.
La escena describe la armonía que se vivía al momento de la Creación, en el lugar de los bienaventurados denominado Paraíso o Jardín del Edén. Eva y Adán convivieron ahí en paz hasta que una serpiente, símbolo de hostilidad, engaño y enemistad, les ofrece el fruto de la tentación, representado con una manzana del árbol al que Dios les había prohibido acercarse, y del que ellos finalmente comen. De este modo, se observa a la condición humana como una dimensión de fragilidad y susceptibilidad.