Jesús fue al río Jordán donde Juan, hijo de Isabel, estaba bautizando al pueblo, ya que él también quería ser bautizado. En la escena se observa el momento en que Juan lo bautiza y sobre él aparece el Espíritu Santo transformado en una paloma. Con su presencia se abrió el cielo y se escuchó la voz de Dios diciendo que Jesús era su hijo amado.
El bautismo remite a la purificación y la renovación; y el bautismo de Jesús es el símbolo del inicio de su vida mesiánica.