Abraham encomendó a su mozo Eliezer a buscar en su patria, la ciudad de Najor, a una mujer para ser esposa de su hijo Isaac. La escena representa el momento en que Eliezer reconoce a la mujer indicada cuando al estar frente al pozo, Rebeca llena su cántaro y ofrece agua a él y a los camellos para satisfacer su sed en símbolo de benevolencia. Así se describe la manera en que Dios conforma a su pueblo a través de la fe.
La escena describe la armonía que se vivía al momento de la Creación, en el lugar de los bienaventurados denominado Paraíso o Jardín del Edén. Eva y Adán convivieron ahí en paz hasta que una serpiente, símbolo de hostilidad, engaño y enemistad, les ofrece el fruto de la tentación, representado con una manzana del árbol al que Dios les había prohibido acercarse, y del que ellos finalmente comen. De este modo, se observa a la condición humana como una dimensión de fragilidad y susceptibilidad.