El trato especial de Jacob hacia José, su hijo preferido, generó la envidia entre sus hermanos. En una ocasión, José los encontró pastoreando, y ellos le desgarraron la túnica blanca y lo arrojaron a un pozo con la intención de matarlo. Finalmente, deciden venderlo a una compañía de mercaderes madianitas que pasaba. Esta escena muestra a la caravana dirigiéndose hacia Egipto, en donde José permanece en manos de Potifar, capitán de los guardias del Faraón.
La envidia y el homicidio son conductas que aparecen repetidamente en la Biblia y confrontan al hombre con la divinidad.