Con el nacimiento del niño Jesús, Herodes, rey de Judea, se sintió amenazado porque había un “nuevo rey”. Inseguro y despiadado, decidió terminar con la vida del recién nacido, pero al desconocer el lugar en donde se encontraba, ordenó asesinar a todo niño menor de dos años. Esta escena representa la violencia y el terror que las madres vivieron al presenciar la muerte de sus hijos por los soldados del rey Herodes. La tradición eclesiástica afirma que estos inocentes asesinados comparten la gloria de Jesús.