Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu Santo para ser tentado por el diablo. Después de ayunar por cuarenta días y cuarenta noches, Jesús sintió hambre y fue cuando el diablo se le acercó. Fue tentado en tres aspectos física y espiritualmente: primero con el hambre, después lo retó a arrojarse desde lo alto pues los ángeles lo salvarían, y la tercera fue al brindarle todo el poder del mundo con la condición de adorarlo. La fuerza de Jesús terminó con las tentaciones y se alejó servido por los ángeles.